Se dice que los humanos solo podemos amar a un semejante mas que a nosotros mismos cuando se trata de un hijo, pero ni siquiera esa es tan asi, algunos no somos capaces ni de ese amor. Las islas en las que vivimos los humanos son muy pequenas, solo hay espacio para un persona.
Construir un puente es un trabajo de ingenieria, si algo sale mal, el puente colapsa. Lo mejor que tienen los puentes cuando estan bien construidos es que tienen dos direcciones, ida y vuelta. En la isla no hay nadie a quien querer, tampoco a nadie a quien extrañar. Sin puentes, nadie puede llegar a la isla, ni tampoco irse, nada malo puede pasar, ni tampoco nada bueno, nadie que nos necesite, ni a quien necesitar, nadie quien nos acaricie, tampoco nadie que nos dañe.En la isla estamos a salvo, solos. Preferimos la soledad, antes que los desengaños. Preferimos las penas de soledad, antes que las penas de amor. Preferimos la soledad, antes que la traición. Construir puentes es algo complejo, trabajoso, la soledad es más fácil.
En un mundo donde un hermano, mata a su hermano, la soledad es el mejor refugio.
El síndrome del isleño es una especie de claustrofobia que experimentan algunas personas estando en una isla, la claustrofobia es eso, un ahogo ante el encierro, ante el propio encierro. La desconexión emocional es el cierre de todos los puentes, nadie entra, nadie lastima. Una isla puede salvarte del naufragio, pero te confina al destierro. Un puente nos permite salir de nuestra isla, tomar distancia, y mirarla desde afuera.
Un puente, una balsa, un helicóptero o un beso, cualquier recurso vale para salir de la isla.
Un puente, una balsa, un helicóptero o un beso, cualquier recurso vale para salir de la isla.
Los grandes puentes, se construyen lentamente, piedra por piedra. Pero el amor es un puente mágico, porque se construye solo, más allá de la voluntad. Antes de construir un puente, se deberá cavar muy profundo, hasta el corazón de la piedra.
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